CULTURA, NORMAS SOCIALES, ACEPTACIÓN Y EXCLUSIÓN
Hace unos días
asistimos a un curso que se realizó en la Universidad de Talavera de la Reina,
sobre la mutilación genital femenina y las costumbres culturales, en la cual
aprendimos sobre diferentes culturas, normas sociales, y como el cumplimiento
de estas pueden causar una aceptación o exclusión o incluso una segmentación de
clases sociales.
Tal y como hemos
podido comprobar en revistas, documentales y medios de comunicación, se evoca
una de las tradiciones más crueles a los ojos del mundo; las mujeres jirafas.
Sobre los años
90, las mujeres de la tribu Kayan, huyeron de la dictadura militar del momento,
acomodándose en tres aldeas diferentes yacentes entre las exóticas montañas del
norte localizadas en la frontera de Tailandia y Birmania, por motivos de
refugio.
Hay diversas
teorías sobre la situación de estas mujeres jirafas:
La primera la
achacan a una apariencia poco agradable para los antiguos comerciantes de
esclavos: el negocio turístico se percata de la atracción que provocaba en lo
extraño o extranjero; es por eso que esta actividad está sometida a numerosas
polémicas; sin embargo, se ha convertido en la mejor excusa del Tailandia para
rentabilizar su presencia a nivel turístico, beneficiando a numerosos hoteles y
tour operadores, teniendo como fin ganancias económicas, sin importarle las
pérdidas de dichas mujeres de salud (no producen una separación de las
vértebras cervicales sino una opresión de las clavículas hacia el tórax), reconocimiento,
identidad y dignidad, ya que las utilizan.
No obstante,
ellas parecen ajenas a ese mundo cruel en el que les ha tocado vivir en forma
de exótico circo étnico atrapado entre dos mundos. Pero, son están mujeres las
que se enorgullecen de su tradición, a la cual la consideran como símbolo de
riqueza.
La tradición
Kayan, la cual dicta que a partir de los 5 años de edad deben lucir unos
anillos de latón alrededor del cuello, y estos mismos se van incrementando o
intercambiando con otros collares a medida que crecen, sin superar los 10
kilos. La fuerza que ejerce esta carga rebaja la clavícula unos 45 grados y
permite una mayor extensión del cuello.
“Cuando su cuello
ya no da para más ya no podrán moverlo nunca más, y las anillas no se las
quitarán ni para lavarse, ni para dormir, ni incluso a la hora de parir.”
Si se llegaran a
retirar todos los anillos les provocaría su desnucamiento por la gran atrofia
muscular que les impide mantener la cabeza erguida o incluso la asfixia, siendo
uno de los castigos que imponen a las mujeres en caso de adulterio el
retirárselos, viéndose obligada a vivir tumbadas o sujetándose la cabeza con
las manos el resto de sus vidas.
La segunda teoría
relaciona esta pesada carga con el impedimento del mordisco de los tigres a la
yugular (abundantes por aquellas zonas en otros tiempos).
Y la última se
basa en una cuestión estética, al querer imitar a un dragón (no a la jirafa),
animal muy estimado por ellos.
El
origen de las mujeres jirafa en Tailandia cada
vez está más enfocada hacia un tardío desarrollo, si bien la raíz de esa
costumbre por alargar los cuellos aún permanece en el más absoluto misterio. Y
es aquí donde entra el gran dilema moral de Tailandia: ¿Visitarlas o no? ¿Contribuimos
a su degradación o realmente ellas son felices en su misma ignorancia?
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